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Apuntadnos (Manos Unidas 2015)

05/02/2015

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CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE ZAMORA PARA LA CAMPAÑA 2015 DE MANOS UNIDAS

Muy apreciados hermanos en el Señor Jesucristo:

Convencida de ofrecer un gran servicio a los más desfavorecidos, Manos Unidas vuelve a emprender una nueva Campaña con la que continúa y acrecienta su ya dilatada trayectoria humanitaria, que en el presente año quiere estar orientada por este lema: “Luchamos contra la pobreza. ¿Te apuntas?”, y sobre el que quiero reflexionar.

Percibimos que en este lema se contiene, por un lado, el objetivo originario y distintivo de esta Organización no Gubernamental Católica, ya que nació y persevera buscando hacer frente o luchando contra la pobreza, concentrando su actuación en aquellos lugares donde las dificultades para el acceso a los bienes son más notorias.

Así, uno de los fines de esta Campaña se dirige a ayudarnos a descubrir qué significa realmente la pobreza. Ésta se refiere, primeramente, a la carencia material de derechos y bienes imprescindibles para la vida humana: la comida, el agua, las condiciones higiénicas y de salud, el trabajo, la vivienda, la posibilidad de desarrollo y el crecimiento cultural. También la pobreza incluye otras miserias, como la miseria moral, por la que las personas caen en esclavitudes que acaban con el sentido de su vida, originadas por condiciones sociales injustas. A ésta se une la “miseria espiritual”, que se origina cuando nos alejamos de Dios y pensamos que nos bastamos a nosotros mismos. Y además la miseria en las relaciones, motivada por la carencia de sólidos vínculos familiares y comunitarios, que lleva a la marginación social.

La pobreza no es un concepto, sino una experiencia vivida por muchas personas, hombres y mujeres de toda edad, que son excluidos de la dinámica social, por ello debemos dirigir nuestra mirada hacia los más débiles y necesitados. En concreto, luchar contra la pobreza implica enfocar nuestra mirada y tender nuestras manos hacia quienes están solos: los niños de la calle, los sin techo, los refugiados, los pueblos indígenas, los inmigrantes y los enfermos; hacia los que son objeto de la trata de personas; hacia las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia; y hacia las personas víctimas de conflictos bélicos o persecuciones raciales y culturales. Situaciones concretas de pobreza nos desvelan estos datos: una de cada ocho personas padece hambre; uno de cada seis niños menores de 5 años tiene un peso deficiente para su edad; aún no se ha logrado la enseñanza primaria universal; y persiste la desigualdad entre los sexos en el acceso a la educación, los recursos y en la toma de decisiones.

Recogiendo la enseñanza del Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, descubrimos que la pervivencia de estas situaciones injustas de pobreza se debe a estas causas: estar inmersos en una economía de exclusión y de inequidad; vivir una cultura del bienestar que nos anestesia; carecer de orientación humana de la economía, reduciendo al hombre a la sola necesidad del consumo; y dejarnos influir por el individualismo globalizado que favorece un estilo de vida que debilita los vínculos entre las personas.

Ante la pobreza, Manos Unidas quiere hacer frente, para lo cual el camino de su lucha está caracterizado por una virtud: la solidaridad, ya que no sólo vale denunciar las causas de la pobreza sino que se requiere desarrollar acciones concretas por las que se consiga su erradicación. Por lo cual luchar contra la pobreza implica establecer relaciones entre las personas y los pueblos que tiendan hacia el ejercicio concreto de la solidaridad. Esta virtud moral significa, como ya lo describió Juan Pablo II en su encíclica Sollicitudo rei socialis: “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos responsables de todos”. A esta definición unimos una serie de concreciones de lo que implica la solidaridad, como lo expone el Papa Francisco: solidaridad es un compromiso, es una preocupación por el pobre, buscando su propio bien; solidaridad implica crear una mentalidad que priorice el “nosotros”; solidaridad no es un simple afecto, sino que implica la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde; y la solidaridad nace en quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes.

Promoviendo y realizando ya esta “lucha contra la pobreza” Manos Unidas trabaja en bien del desarrollo humano, integral y sostenible de todas y cada una de las personas. Para avanzar en ese objetivo promueve múltiples proyectos sociales en diversos sectores, buscando atender las necesidades básicas: la salud, el agua y la alimentación, aunque, sobre todo, está invirtiendo más fondos y energías en la educación. A la vez, como indica el lema, expresándolo en plural: “luchamos”, Manos Unidas no trabaja aislada ni autónomamente, sino que está convencida que esta labor ha de realizarse juntamente a cuantos buscan y se esfuerzan por este alcanzar objetivo, o sea, en coordinación y colaboración con otras personas, instituciones y organizaciones.

Volviendo al lema, Manos Unidas se atrevía a dirigirnos una interpelación: “¿Te apuntas?”. Esta incisiva llamada nos la puede plantear apoyada en su firme y efectivo compromiso contra la pobreza, por eso nos debemos sentir requeridos a responderle. Reconocemos que la única respuesta coherente es decirle: “Sí, yo me apunto”. Nos ha de mover a esta disponibilidad la fe en el Señor Jesús, quien, con toda su vida, fue un “Sí” íntegro y consecuente de Dios a favor de los hombres, sobre todo, los más pobres. Por ello, los cristianos seguiremos su ejemplo y enseñanza si nos “apuntamos”, o sea, nos adherimos a Manos Unidas, ya que tan eficazmente está luchando contra la pobreza.

Por ello correspondamos a la provocación de Manos Unidas de Zamora, para ello nos uniremos a esta Organización de diversos modos, según nuestras posibilidades. Por un lado, aportando o colaborando generosamente en las diversas actividades que desplegará en esta Campaña. Con lo recibido pretende llevar adelante tres proyectos: la rehabilitación de una escuela infantil y primaria en la India, la construcción de un módulo de aulas con despacho y almacén en una escuela primaria en Benín, y la mejora de la producción y el procesamiento de yuca en una zona rural de Camerún.

También podemos “apuntarnos” implicándonos con nuestra Manos Unidas diocesana de un modo más comprometido y continuado: integrándonos en su voluntariado. Éste es un ámbito que requiere una mayor presencia en nuestra Iglesia. De ahí que nos debemos plantear si estamos dispuestos a involucrarnos constituyendo grupos de voluntarios de Manos Unidas en nuestras comunidades parroquiales, ya que con ello estaremos contribuyendo eficazmente a que la lucha contra la pobreza cuente con más trabajadores que la van extendiendo con su pequeño esfuerzo cotidiano.

Con mi gratitud por seguir respondiendo a Manos Unidas, os doy mi bendición.

+ Gregorio Martínez Sacristán

Obispo de Zamora

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