Comunicación
19/02/2024
Libertad y fraternidad. Conversión cuaresmal
Domingo18, I de Cuaresma
La Palabra de Dios de este domingo nos sitúa en el desierto de Judá, en las inmediaciones de Jericó, en el monte de la cuarentena. Quien conozca este lugar entenderá mucho mejor el relato bíblico de las tentaciones. El desierto es un lugar privilegiado para el encuentro con Dios. Necesitamos una espiritualidad del desierto.
Es en el desierto donde Jesús es tentado por el diablo. La tentación es la posibilidad de elegir entre dos formas de llevar a cabo el proyecto de la vida: hacerla con Dios o prescindir de Él. En la tradición bíblica el desierto es el lugar de la duda y del aprendizaje, de la soledad y el silencio, pero también del encuentro con uno mismo y con Dios. El Papa Francisco nos recuerda en el mensaje para la Cuaresma de este año, el significado del desierto: “es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido”.
El ejemplo de Jesús nos invita también a nosotros en este tiempo de cuaresma a elegir. Se trata de una elección entre los deseos de Dios y los deseos que nacen del mal, de la tentación. El mal nos dice que es mejor acumular que compartir, mantener las diferencias, las distancias, que ser iguales, explotar al otro que hacer justicia, ostentar el poder que servir, confiar en uno mismo antes que en Dios y en los demás.
El Evangelio de este domingo termina con la llamada de Jesús: “convertíos y creed en el Evangelio”. Convertirse, es salir de uno mismo y volver la mirada y la vida a Dios y a los hermanos. Porque la persona, cuando encuentra al hermano, sobre todo en los que sufren y en los pobres, ya está cerca de Dios. Así nos lo recuerda el Papa Francisco: “También hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Preguntémonos: ¿nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve? Muchos factores nos alejan los unos de los otros, negando la fraternidad que nos une desde el origen”.
La cuaresma, nos debe ayudar a volvernos al Señor de la historia, ese que encontramos, cuando menos lo esperamos, en los acontecimientos de la vida, en nuestro interior, en las personas que encontramos cada día. Ojalá descubramos la Buena Noticia de Dios.
Antonio Jesús Martín de Lera