Comunicación

04/05/2020

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Opinión. José Álvarez

El sacerdote, José Álvarez, escribe esta reflexión como respuesta al artículo publicado en "La Opinión-El Correo de Zamora" bajo el título "Las Otras Pandemias", firmado por Mari Cruz Hernández.

A GOLPES DE CIEGO

Hace ya un tiempo que colgué la pluma. Ando ahora  lejos de esa facilidad que otorga en unos casos el oficio, en el mío, no mucho más que la afición. He leído, cómo no, el artículo “Las otras pandemias” de Dña Mari Cruz Hernández, Secretaria de Organización del PSOE, del pasado 1 de mayo. En él mi nombre. No acierto a calificar el artículo: Libelo?, soflama?, simple arenga para unas huestes en horas bajas?... ¿Tan mal, me pregunto, ven  el momento actual, tan oscuro el futuro, estos fieles servidores del PSOE que necesitan distraer la atención buscando culpables?; ¿no les vale con lo que  tienen dentro?. ¿A qué obedece, si no, esa burda acusación a la Iglesia de “manejo ideológico, utilización de los muertos y del sufrimiento de las personas, virus que combatir?”.  ¿De verdad que entre los diecisiete colectivos, a los que con toda razón les otorga la firmante “reconocimiento y aplausos infinitos”,  no tiene cabida ni lugar ninguna de las instituciones de la Iglesia?, ¿ninguna?. Sólo, curioso, cuatro pobres diablos, que se le han cruzado en la cabeza a la firmante, y entre ellos ,curioso, el papa Francisco, al que se le reconoce la nada gloriosa misión de  guiar  una Iglesia “epidemia pandémica de la historia de la humanidad”. Dudo y sospecho al tiempo la autoría del artículo.

Cuando es la misma Europa la que carga contra España, descalifica la gestión de la crisis y está para volvernos la espalda; cuando la propia UGT y afines arrían banderas porque claro, ¿quién les llama ahora a ellos, con causas pendientes en los Juzgados, a salir a la calle?; cuando los “fieles” aliados se lo están pensado si vale la pena o no mantenerse en un barco a la deriva; cuando es la opinión pública la que se refugia en sus móviles y se rebela contra la manipulación y abuso de los medios de comunicación; cuando se han vaciado las arcas y ya no hay fondos para arrimar voluntades… ¡bingo!, he ahí los  culpables:  la derecha “que inventa bulos para ganar votos” y  esta malhadada Iglesia, que se alía con los ricos y desatiende a “los más pobres, a los más débiles, a los más vulnerables”.  

El uso interesado de unos nombres, que parecen librarse de la quema, el mío entre ellos, es todo menos un elogio. Se los podía guardar. No somos más que el viento que se esfuerzan en golpear quienes andan sonados y a punto de besar la lona. Como tenemos tiempo para todo invito a mi sorprendente “admiradora” a leer  la sensacional obra “Los desorientados” de Amín Maalouf, premio Príncipe de Asturias 2010. Se verán retratados.  “Me ha tocado, dice, hacerme cargo de las extinciones… Al volver a mi tierra inundada pensaba salvar algunos vestigios de mi pasado  y del pasado de mi gente. En este aspecto no espero ya gran cosa. Quien intenta salvar un naufragio corre el riesgo de apresurarlo”. Pues sí, en esas estamos y es  lo que parece dar a entender la calle. Pero hay en este que llamamos “gobierno” quien se repite una y otra vez: “La razón la tengo yo y la que se equivoca es la historia”.

José Álvarez Esteban                                                                          

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