Religiosidad Popular
21/05/2021
Sí hay Pentecostés
Lunes de Pentecostés, día de romerías en toda la geografía nacional, desde Barcelona hasta Huelva, desde Pontevedra a Mallorca. Probablemente la más famosa de todas sea la del Rocío, un evento que tiene repercusión internacional; también en Zamora existe un animoso grupo rociero. Pero la celebración principal en nuestra Diócesis es la romería de la Virgen de la Concha, patrona de la Ciudad, hasta el inmediato pueblo de La Hiniesta.
Previamente, el 25 de abril, día de san Marcos, habrán venido los vecinos de la Hiniesta, presididos por el alcalde y el párroco, para invitar a las autoridades y al pueblo de la capital; el “baile” de los pendones se celebra cada año ante la iglesia de san Lázaro, convidándose después a un refresco. Y así invitados, miles de zamoranos van –irían otro año cualquiera- hasta la localidad vecina para asistir a misa y disfrutar de un día de fiesta en el campo, floreciente de la primavera.
Pero hay más. En la comarca del Vino, Arcenillas, Bamba, Casaseca de las Chanas, Madridanos, Moraleja del Vino, Sanzoles, Villalazán y Villaralbo celebrarán la romería de la Virgen del Viso. En Toro, será la romería del Cristo de las Batallas, Señor de la vega toresana. En Villanueva del Campo, el que suscribe tendrá la fiesta de la Virgen de Valdehunco. Y en Fermoselle, la romería de Santa Cruz, en la ermita del Cristo del Pino.
Dentro del amplio calendario de romerías primaverales, estas del lunes de Pentecostés son las más tardías. A cincuenta días de la Pascua, son ocasión de disfrutar de los días más granados de una primavera que en nuestra tierra siempre es inconstante. No olvidemos que la fiesta judía de Pentecostés (Shavuot) coincidía con las primicias de la cosecha del cereal y el inicio del verano.
El calendario litúrgico anterior a la reforma del Concilio Vaticano II, consideraba a Pentecostés como una segunda Pascua, la “Pascuilla” o “Pascua granada”, a diferencia de la “Pascua florida” o de Resurrección; y este lunes era el segundo día de la semana conmemorativa. Hoy se ha unificado todo en un solo periodo de 50 días, pero la tradición de marcar este lunes con una singularidad se ha mantenido. El Papa Francisco ha consagrado este día con la memoria de Santa María, madre de la iglesia. La misma que fue entregada como madre a Juan junto a la cruz, que animó la oración de la comunidad apostólica en la invocación del don del Espíritu, ha acompañado y acompaña siempre este peregrinar nuestro en el tiempo, el tiempo de la Iglesia.
Acabamos de tener la noticia del descenso en el nivel de alerta sanitaria en nuestra región. Emprendemos un lento camino de retorno a la normalidad de verdad, a la de siempre, que no estará lleno de dificultades y tropiezos, y que la prudencia nos obliga a no intentar acelerar, a no cometer imprudencias. En muchas de las celebraciones se habrán suspendido procesiones y traslados, faltarán los bailes y músicas o la comida campestre.
En el Rocío decían, ya hace unos meses: “este año no habrá traslado pero sí habrá Pentecostés”. Pues ese debiera ser nuestro objetivo de este año. Que haya Pentecostés, que el Espíritu, que es espíritu de entendimiento y comunión, de ardor y valentía, de amor al prójimo y entrega; pero también de entendimiento y consejo, de ciencia y prudencia, nos ayude a vivir este momento histórico en comunión con toda la sociedad y con toda la Iglesia. Y con su Madre, María, madre nuestra, que a través de los dolores de su vida supo alumbrar al mundo al que es aurora de nueva humanidad.
Javier Fresno, delegado diocesano de Religiosidad Popular