Misiones

18/10/2023

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"Si las palabras no se acompañan de gestos concretos, seremos charlatanes de feria"

La diócesis de Zamora cuenta con 84 misioneros repartidos por el mundo, la mayor parte de ellos se encuentran desarrollando su labor en América Latina. El próximo domingo 22 de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones y se realizará una colecta en todas las parroquias con el objeto de continuar la tarea iniciada por miles de misioneros de la Iglesia católica en el mundo.

Concretamente, Zamora aportó a las misiones el año pasado algo más de 47.500 euros. Son cifras que se han dado a conocer esta mañana en rueda de prensa por la delegada diocesana de Misiones, Elvira Olmos. Le acompañaba en esta comparecencia el vicario de Pastoral Samaritana, Antonio Jesús Martín, quien recordó que el trabajo de tantos misioneros nos ayuda a conocer realidades de otros hermanos que viven lejos y que atraviesan situaciones de dificultad. No sólo eso, sino que ellos también son los encargados de llevar el mensaje de Jesús a los lugares más inhóspitos. Martín de Lera lo resumía diciendo: "el DOMUND no es sólo una colecta, es mucho más".

Por otra parte, la delegada de Misiones quiso poner en valor este año la entrega generosa de aquellos hombres y mujeres que han desarrollado la mayor parte de su vida en territorio de misión, ése es el caso de Juan Febrero: "quiero hoy agradecer a este hombre que lleva 50 años como misionero, toda una vida". Y otro caso excepcional es el de Pedro Rosón, un sacerdote que ahora se encuentra de párroco en el arciprestazgo de El Pan pero que ha pasado 20 años como misionero en Perú.

"El misionero es portador de un mensaje que se lleva en el corazón y ahí madura. Después ese sentimiento es el que te hace partir hacia otro lugar. El misionero es un enviado por su diócesis a una tierra y ese origen no se puede olvidar. A continuación, tiene que preocuparse por conocer la tierra a la que va. En Perú hay 3 zonas muy distintas: 2500 km de desierto en la costa, una cordillera como los Andes y la selva. Yo estuve unos cuantos años en la costa y después en la cordillera", comenzó contando Rosón.

En segundo lugar, explicó la necesidad de acompañar la palabra con los gestos: "La misión se lleva con palabras y gestos. Si sólo hablamos, no pasamos de ser charlatanes de feria. Los hechos iluminan la Palabra". Teniendo esto claro, entendió que en su trabajo de misionero debía de centrarse en dos aspectos: la salud y la cultura. Pues dicho y hecho. Pedro Rosón montó tres internados para niños pobres en la zona rural de Perú en la que se estableció y a continuación otro internado en la ciudad para aquellos que daban el salto a la universidad.

"Abrí con mucho esfuerzo tres internados en la zona rural para aquellos niños que sin tener posibilidades económicas, tenían potencial para los estudios. De ese grupo de niños y niñas, los que continuaban los estudios en la Universidad pasaban a otro hogar que montamos en la ciudad", detalla el misionero. De esta forma, centenares de niños y niñas peruanos pobres han tenido la posibilidad de acceder a un nivel cultural que les ha permitido desarrollar carreras profesionales de éxito. Logros de los que Pedro Rosón se siente especialmente satisfecho.

Éste es solo uno de los ejemplos que quiso compartir Rosón, aunque aclaró que en su estancia en Perú había desarrollado otros proyectos sociales, siempre vinculados a los colectivos más desfavorecidos.

Viky Esteban

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