Comunicación
22/06/2020
Vuelva usted mañana, si eso
No podemos seguir aplazando la vida a la espera de un escenario perfecto
La expectativa de un escenario de seguridad absoluta se ha convertido para algunos en la excusa perfecta para no tomar decisiones. Una peligrosa dejación de responsabilidad amparada en el paréntesis de la “nueva normalidad”, al parecer dentro de él no hace falta actuar con normalidad.
La lucha contra los molinos de la “nueva normalidad” ha sido desde el comienzo demasiado caballeresca, el valor de las palabras no goza de demasiada estima social. De poco ha servido enfrentarse a un neologismo que busca el asentimiento del rebaño ante cambios de fondo en nuestras vidas. Por mucho que nos empeñemos, y por solvente que sea la crítica , la expresión “nueva normalidad” ha llegado para quedarse y algunos han descubierto ya sus peculiares ventajas.
La “nueva normalidad” ha resultado una excusa perfecta, con ella se viste el futuro de una capa de desconcierto que impide tomar cualquier decisión. La idea de una normalidad extraordinaria – lo cual es difícilmente sostenible – permite aplazar la acción hasta la vuelta a la normalidad “de toda la vida”. “Hasta que no se sepa cómo va a ser esto”, “mientras no haya vacuna”, “es que ahora la gente tiene mucho miedo”, las excusas son múltiples y la conclusión única: de momento no se va a hacer nada.
La pandemia ha generado, y generará, desconcierto, inseguridad, miedo, pero este es nuestro escenario actual, un escenario de crisis en el que debemos seguir viviendo. La espera de un horizonte seguro no puede ser la excusa para disfrazar nuestra cobardía. Ojalá llegue pronto la solución a esta crisis, pero mientras tanto debemos vivir en ella de la mejor manera posible.
Los tiempos difíciles exigen ante todo responsabilidad, asumir en primera persona que hay que tomar decisiones, que estas decisiones tendrán consecuencias y que seremos responsables de ellas. La vida vivida con madurez es esto, asumir la responsabilidad de nuestros actos y decisiones. Cada uno desde nuestro ámbito, pero no podemos seguir postergando la vida a la espera de un escenario de seguridad absoluta que no sabemos ni cuándo ni cómo llegará.
Muchas personas han visto como su vida se ha puesto en pausa por la COVID-19. Demasiados planes de futuro que se tambalean oscureciendo el horizonte. Por eso, la respuesta ante la inseguridad no puede ser más dudas, más aplazamiento, más indiferencia. Hay que empezar a dar respuestas y eso supone asumir el riesgo de equivocarnos.
Javier Prieto