02/12/2014
Dominicas
Año de la Vida Consagrada – 4
Dominicas
Las Dominicas contemplativas de clausura fueron fundadas por Santo Domingo de Guzmán en 1206 en el sur de Francia, mujeres convertidas de la herejía cátara, antes que los frailes de la Orden de Predicadores, ya que él sintió proféticamente que la Orden primeramente necesitaba la base y enraizamiento en la oración, para que el apostolado de sus frailes fuera fecundo.
¿Qué significa que un monasterio sea dominicano? Su verdadera existencia es desde el Padre. Somos una Palabra predicada en nuestro ser. La compasión es parte de nuestra misión, que perpetúa el carisma de Domingo “para con los pecadores, los pobres y los afligidos, llevándolos en el sagrario íntimo de su compasión”.
Compasión contemplativa es aprender a mirar a los otros de manera desinteresada. De este modo está profundamente unida a la pasión por un mundo justo. Por eso el monasterio necesita tener acceso a la información y a un análisis real, más bien que a las noticias que simplemente entretienen, para poder llevar a Dios las necesidades del mundo.
La compasión se desborda en oración. Durante ochocientos años nuestro carisma ha sido servir a la predicación de la Palabra. Hablar a Dios de los hombres y a los hombres de Dios, contemplar con la oración y dar lo contemplado, a través del testimonio de una vida donde los pilares fundamentales son oración, trabajo, estudio y vida fraterna.
Buscamos a Dios en el silencio y en la oración, en el estudio y en el debate, en la soledad y en el amor. El estudio de la Palabra de Dios:?“esta Palabra léela en tu corazón, rúmiala en tu mente y que ella ponga tu boca dulce como la miel. Piensa y repiensa esta Palabra. Que permanezca en ti y habite siempre contigo”.
En la Diócesis de Zamora actualmente somos dos comunidades de Dominicas, con alrededor de 30 monjas entre las dos:?el monasterio de Santa María la Real (Dueñas) en Zamora ciudad y el monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Una enraizada junto al río, donde fluye la vida y la fecundidad. La otra en lo alto de un barranco, donde “no se puede ocultar una ciudad asentada sobre un monte”; su luz no puede quedar oculta. Como escribió San Juan Pablo II, la vida consagrada existe “para que no falte a este mundo un rayo de la divina belleza que ilumine el camino de la existencia humana”. COMUNIDAD DE DOMINICAS DE TORO