21/07/2016
JMJ 7: Acoger al forastero, acoger a Dios
De Zamora a Cracovia – Diario de la JMJ 7
El primer grupo de zamoranos que participa en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) cumple hoy una semana de viaje, y está metido de lleno en los Días en la Diócesis de Lezno, mientras que los neocatecumenales continúan la ruta por Europa y el segundo grupo diocesano saldrá de Zamora precisamente hoy. Recogemos a continuación la crónica que ha escrito, desde Polonia, Juan José Carbajo, del Seminario Mayor.
Lezno, 21/07/16. “Jesús les dijo: quien a vosotros os acoge a mí me acoge”. Esta máxima del evangelio la viven de manera muy profunda los habitantes de Polonia transformada en un dicho popular: “quien acoge al forastero, acoge a Dios”. Nosotros tenemos la inmensa suerte de ser esos acogidos que, enviados, caminamos a la JMJ.
El día comenzó en nuestras casas de acogida tras un reparador descanso nocturno y un buen desayuno. El descanso y el desayuno nos dan la fuerza exterior para el día, la Eucaristía nos da la fuerza interior, por ello era lo primero. Nos obsequiaron en la parroquia con unas camisetas identificativas para que, vestidos de la misma manera tanto en nuestro interior como en nuestro exterior, pudiéramos comenzar. Preparados de esta manera, la mejor posible, nuestro primer destino fue la visita al castillo de Rydzyna, lugar privilegiado para entender la historia de Leszno.
Después serían los hermanos franciscanos quienes nos abrían las puertas de su convento para compartir un rato de su vida con ellos. Allí vigilaba nuestra visita un cuadro de San Pedro de Alcántara, otro español en Polonia. La comida y la siesta son un deber de todo español que se precie y por lo tanto tuvimos que cumplir la tradición.
La tarde la dedicamos a una competición de speedway y conforme se calentaban motores se iban calentando los ánimos y las ganas de pasarlo genial. La tarde merecía acabar como merece una tarde de fiesta: música, hogueras y un buen bocata.
El cansancio del día iba apareciendo y el regreso a nuestras casas de acogida era el mejor premio de este día, que como siempre todo había sido regalo. Un día más en este camino y en esta experiencia: unos simples peregrinos con la mochila llena de alegría y el corazón lleno de Dios.