29/09/2014
Nuestro viaje a la beatificación de Álvaro del Portillo
El pasado 27 de septiembre, más de un centenar de zamoranos participaron en la Misa de beatificación de Álvaro del Portillo en Madrid. Reproducimos a continuación la crónica escrita por Tachín Ranilla, miembro del Opus Dei en la Diócesis de Zamora.
Zamora, 29/09/14. Aunque la salida de Zamora se adelantó a las 6 de la mañana, toda la gente llegó puntualmente al autobús. Partimos llenos de alegría, intercambiando saludos e impresiones, y lamentando que varias personas, que ya habían pagado el billete, como Carlos y Juli, de La Alberca, por diversos motivos se apearan la víspera del autocar.
Después de invocar a la Virgen María y a los ángeles con una sencilla oración, para que nos protegieran por el camino, se hizo silencio, pues aún era de noche.
El autobús nos dejó en Valdebebas, en el lugar previsto por la organización en la hora fijada. ¡Hemos llegado! Cogimos la mochila con los bocatas y la silla plegable para sentarnos, pues la ceremonia de la beatificación con la espera de la hora de comienzo se preveía larga. Las avenidas de la zona eran amplísimas, pero con tanta gente fácilmente podías perderte. Una familia del barrio de Pinilla, Miguel Ángel y Rosa, llevaron una enseña bermeja que, portada en alto, era nuestro punto de referencia para mantenernos unidos y para que otros zamoranos que andan por esos mundos nos reconocieran.
Uno se hizo una foto con gente del grupo. Exultaba de gozo al vernos: “Soy Miguel Ángel Peláez. Vivo en Roma pero soy zamorano, hermano de Don Benito Peláez. Mandadme la foto”. Otro, nacido en Málaga y residente también en Roma, tiene familiares en Villaralbo. Al comentar de quiénes se trataba, alguien de los nuestros le aseguró: “Les conozco, les conozco”. Bastantes más nos preguntaron de qué país procedíamos. Cuántas risas con las anécdotas de la bandera.
Participamos en la Beatificación y en la Eucaristía con mucha fe, agradecimiento y en algún momento rozando la emoción. El mensaje del Papa Francisco hablando de Don Álvaro daba pie para ello.
Comimos al aire libre. La climatología nos acompañaba y, como en otras ocasiones, compartimos productos zamoranos, tortillas y dulces caseros en ambiente familiar y festivo. La ida la hicimos de un tirón por la premura de llegar puntuales a la cita, pero de regreso al conductor de la empresa Vizán no le importó hacer un alto para tomar un café que en todo el día no habíamos hecho.
Dentro del autobús tuvimos tiempo para leer un rato el Nuevo Testamento y otro libro de lectura espiritual, La paz interior, de Jacques Philippe. También rezamos el Rosario y vimos una película muy entretenida, El nombre. Cuenta la situación tensa que se produce en una familia cuando el padre de un futuro bebé dice a sus parientes y amigos el nombre elegido para la criatura. Como detrás de mi asiento estaban David y María, que esperan un hijo para Navidad, y en las butacas paralelas los padres de ésta, Fonsi y Paqui, le comenté a David: “Espero que no montes una parecida”. Él, siguiendo la ironía, dijo un nombre para su futuro hijo que nos hizo partir de risa.
María Asun por el micro nos dio las gracias a todos con el deseo de que, si algún día canonizan a Don Álvaro, podamos estar presentes también. El último aplauso fue para Juanma, conductor del bus.