19/01/2014
San José Obrero: cincuenta años en medio del pueblo
Zamora, 19/01/14. Ayer arrancaron los actos de celebración del cincuentenario de la parroquia de San José Obrero de Zamora, con la eucaristía que presidió el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, en acción de gracias por este medio siglo de historia. El templo se llenó con motivo de la efeméride, y el ambiente fue ciertamente de alegría y gratitud.
Con el obispo concelebraron los párrocos actuales, Luis Miguel Rodríguez y José María Casado, junto con el sacerdote adscrito, José Díez Anta, además de otros presbíteros que en estos 50 años han servido en San José Obrero o han tenido alguna relación especial con la comunidad parroquial: Pedro Rosón, Marcelino de Dios, Marcelino Gutiérrez, Melquisedec Coca, Domingo Dacosta, Francisco Formariz, Fabriciano Prieto, Francisco Díez, Benito Peláez, Antonio Jesús Martín, Agustín Montalvo, Francisco García y Esteban Vicente.
En medio del pueblo
En su homilía, el obispo afirmó que “celebramos 50 años de esta parroquia de San José Obrero con gozo y alegría, reuniéndonos para dar gracias al Señor y cantar su alabanza”. Se refirió al sacramento del bautismo, inicio de la vida creyente y principio de comunión, por el cual “somos hechos pueblo de Dios, miembros de Cristo”.
Por eso, dijo, “ésta es la razón de ser de nuestra comunidad: ser presencia del Señor en medio del mundo, en medio de los barrios, en medio de donde está la gente. Nuestra presencia en este barrio es presencia a la luz del hecho fundamental de nuestra fe: la encarnación de Cristo. Estamos en medio del pueblo, no retirados del pueblo”.
“Cincuenta años es mucha vida y son muchos momentos los que se sembraron durante este tiempo”, señaló, y se refirió a los fieles que abarrotaban la iglesia diciendo: “vosotros sois, seguramente, producto de lo que se ha hecho en este barrio, por eso os reunís ahora todos. Quiero resaltar que todo lo que se sembró en algún momento florecerá, aunque quienes siembran no son siempre los que recogen en la vida”.
El que siembra, recordó, “tiene que hacerlo esperando la cosecha que vendrá. Demos gracias a Dios por esta cosecha que se ha sembrado, unas veces con dificultades y otras con gozo, pero siempre con fidelidad a nuestro Señor”.
Oídos abiertos y ojos despiertos
Aludió al evangelio que se proclamó, donde aparece Jesús curando: “el Señor escucha porque tiene los oídos abiertos a su pueblo. Eso mismo tiene que hacer esta parroquia: siempre estando en medio del pueblo, siendo pueblo de Dios. Si vienen a nosotros es porque nosotros tenemos algo que ellos necesitan; estemos dispuestos a dárselo y a compartirlo con ellos”.
El obispo subrayó esta llamada al compromiso: “no hagamos de nuestra vida una vida de despacho, sino de calle, de presencia real del Señor en medio de este pueblo. Para eso tengamos los oídos abiertos y los ojos despiertos para saber lo que pasa”.
Tuvo también, al final de la predicación, unas palabras de reconocimiento a la labor de los pastores de la parroquia: “en esta eucaristía se mezclan sentimientos muy profundos de comunión con nuestros sacerdotes y de agradecimiento a ellos. El obispo agradece a todos los que concelebran conmigo en este día. Nunca será esto abandonado, nunca serán olvidados los pasos dedicados a la tarea de la evangelización en este barrio”.
E insistió, tanto a los presbíteros como al resto de los creyentes congregados en ambiente festivo: “gracias a los sacerdotes, gracias a los fieles que con ellos formáis esta asamblea de cristianos reunidos. Proclamad la fe con valentía, servid al evangelio, vivid como testigos del Señor vivo, sed verdaderamente el signo de que Dios está con nosotros”.
La eucaristía contó con la presencia de de los diversos grupos y realidades de la parroquia: el coro, el grupo de Cáritas, los niños y sus catequistas, las religiosas del Amor de Dios, etc. Después de la celebración los niños se acercaron al obispo para saludarlo, y éste les preguntó si dentro de otros 50 años seguirían siendo cristianos, a lo que respondieron que sí.