La confrontación política llega en ocasiones al bochorno. La falta de diálogo es desesperanzadora y consagra una sociedad polarizada, llamada al desencuentro. Economía, sanidad, educación son las víctimas de un modelo que prioriza el poder frente al deber. La sociedad civil y particularmente la comunidad cristiana están llamadas a buscar nuevas fórmulas para la reactivación de una convivencia sana, sin alborotos fratricidas. Donde haya discordia pongamos la paz...