Dios y el prójimo: juntos

No hay mandamiento más grande que el amor a Dios y al prójimo. Cuando hay amor, es decir, sinceridad de corazón, entonces la vida es verdadera, auténtica, eficaz. Cualquier rito, cualquier acto de adoración, perdería su significado si no viniera de un corazón que ama a Dios y ama a su prójimo. Para Jesús, el amor es la fuerza que mueve y hace crecer la vida, pues nos puede liberar de la soledad y la separación, para hacernos entrar en la comunión con Dios y con los otros. Escuchar al Señor significa acoger, meditar y vivir en hechos concretos su Palabra.

Muchas veces, para no sentirnos culpables, pensamos que los prójimos son nuestros amigos y parientes, los que me han hecho bien y me quieren. ¡No! No es suficiente. Prójimo es toda persona a la que puedo aportar amor, bondad y servicio. El que necesita mi caridad, mi amor, quien sea, éste es mi prójimo. Si alguien me necesita y no puede devolver el bien que le he hecho o le haré en algo, es mi prójimo.

El amor al prójimo es difícil, pero es amor verdadero. Amar de verdad a tu prójimo es un desafío al odio y al egoísmo. Para poner en práctica el mandamiento del amor, necesitamos el apoyo del Señor Jesús que intercede por nosotros ante el Padre.

Hoy, de forma especial, tenemos presente a las Personas sin Hogar, prójimos nuestros que muchas veces ni vemos, ni querremos ver. El lema de esta jornada “¿Y tú qué dices? Di basta. Nadie sin hogar” nos interpela a tomar conciencia de la situación de este colectivo y a orar por el fin de esta realidad. El papa Francisco nos dice en la Fratelli Tutti que “muchas veces se percibe que, de hecho, los derechos humanos no son iguales para todos. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados».

En torno a 40.000 personas en nuestro país se ven privadas del derecho humano básico a una vivienda digna y segura. Durante la pandemia COVID 19, Cáritas en España ha tenido que aumentar en 1.500 las plazas de acogida y acompañamiento para personas y familias en situación de sin techo y sin vivienda.

Concluyo con las palabras de san Agustín: "Al amar a Dios, amo también al hombre, y al amar al hombre, también amo a Dios".

Antonio Jesús Martín de Lera