26/07/2022
Eucaristía por el eterno descanso de los fallecidos por los incendios en Zamora
Las diócesis de Zamora y de Astorga han celebrado una eucaristía por el eterno descanso de los fallecidos en los incendios de la provincia y por la pronta recuperación de las víctimas y del patrimonio natural.
Los cristianos de Zamora han acudido hoy a la Santa Iglesia Catedral para celebrar en tiempo de llanto, para agradecer en tiempo de penuria, para esperar en tiempo de desesperanza. Y es que la situación que ha atravesado la provincia de Zamora en estas últimas semanas ha sido de tal crudeza que ha reunido a muchos, y de diferentes sensibilidades, para elevar al cielo una oración de súplica, envuelta en dolor y cargada de confianza.
Presidió la eucaristía el obispo de Zamora con la participación del obispo de Astorga, Jesús Fernández González. Los dos mitrados han significado todo eso que tan difícil es de expresar en una celebración honda, en la que el recuerdo por los fallecidos y las víctimas de un signo u otro aún ahogaba a los presentes. Allí estuvieron los familiares de Daniel y Victoriano, víctimas mortales de los incendios forestales, acompañados de otros familiares de damnificados que hoy siguen debatiéndose entre la vida y la muerte. Su llanto desgarrado por la pérdida de sus seres queridos llenó de sentido una celebración en la que concelebraron decenas de sacerdotes de ambas diócesis y a la que acudieron el presidente y vicepresidente de la Junta de Castilla y León, varios consejeros, representantes de la diputación, del parlamento nacional y otras autoridades civiles y militares, además de centenares de fieles que llenaron la iglesia catedralicia.
Jesús Fernández inició la homilía diciendo que “el aire que respiramos aún huele a humo”, un humo que es consecuencia del fuego que arrebató la vida de “dos de los nuestros: David y Victoriano, personas valientes que se han enfrentado a un gigante que nos atemorizaba con sus llamas”. Ante la muerte, reconoció Monseñor González, “la revelación de Dios en Jesucristo es la única capaz de arrojar un rayo de luz para dar sentido a esa realidad enigmática”. Desde la fe cristiana, el obispo de Astorga afirmó que estamos destinados a la vida eterna, una “vida eterna que se inicia ya aquí en la tierra y que llegará a plenitud cuando nuestro cuerpo caiga en tierra y muera. Es entonces cuando, revestidos de inmortalidad, podremos sentarnos como hijos a la mesa del padre, para contemplarlo cara a cara y saciarnos de su amor para siempre”. Dirigiéndose a los familiares de los fallecidos, el prelado astorgano les dijo “estad seguros de que su muerte no ha sido en vano. Su ausencia os llena de dolor, pero os ha de confortar que el amor de Jesucristo os asegura que nada los apartará de su amor y que el grano de trigo que se niega a sí mismo y que muere amando da fruto abundante de vida eterna”.
El obispo de Zamora por su parte tuvo unas palabras finales en las que evocó a “María Magdalena, una mujer que en las puertas del sepulcro llora por el más grande de los motivos: llora por amor”. Con enorme emotividad, añadió Fernando Valera que solo “llora el que ama y llora mucho el que ama mucho”. Y esta provincia ha llorado mucho por la sinrazón de un fuego que ha acabado con la vida de Daniel y Victoriano, dos personas que nos han roto el alma y que encontraron la muerte cumpliendo con su misión, desempeñando un trabajo que tenía mucho de servicio, mucho de entrega, mucho de amor. Hoy las iglesias de Zamora y Astorga han recordado a todos los que aún enjugan sus lágrimas por la pérdida de sus familiares, de su salud, de su patrimonio, o de la belleza de su pueblo, reconociendo que el Dios de la vida siempre mira con amor de padre a quienes más sufren. Así lo expresó Monseñor Valera al afirmar que Jesús se interesa por las lágrimas de quienes viven el dolor inmenso de la pérdida. El obispo de Zamora afirmó que las lágrimas de quienes hoy lloran “son el tesoro del resucitado” y que Jesús no deja a nadie a la intemperie: “en la primera hora de la pascua se ocupa del dolor y del amor de María, como hoy se ocupa de vuestro dolor, familiares de Daniel y familiares de Victoriano”.
El obispo de Zamora añadió que “hoy, nosotros aquí presentes y tan distintos unos de otros, os damos un abrazo, es el abrazo del obispo de Astorga y del obispo de Zamora, es nuestro llanto lleno de cariño hacia vosotros”. Fueron palabras emocionadas y que emocionaron. Fernando Valera también se hizo eco en su intervención final de los heridos, a quienes les deseó una pronta recuperación, de los que trabajaron en la extinción, de todos los voluntarios, de cuantos dieron su tiempo y amor en los peores momentos del incendio. Dedicó unas palabras agradecidas a las autoridades que se han mostrado cercanas, y terminó Monseñor Valera reconociendo que tantos gestos de solidaridad, de unos y de otros, “ennoblece a nuestra tierra, tierra de grandes hombres y mujeres. Juntos podemos mirar al futuro, curar heridas y cuidar nuestra casa común”.
Con esta celebración, las iglesias locales de Astorga y Zamora, insertadas ambas en la provincia zamorana, manifiestan su deseo de seguir atendiendo lo mejor posible, junto a tantos hombres y mujeres de buena voluntad, profesionales y voluntarios, a cuantos sufren las consecuencias de esta tragedia mediante los servicios de las parroquias, Cáritas, comunidades religiosas, grupos apostólicos, etc. A la vez que tendemos la mano a los necesitados, seguiremos insistentemente dirigiendo nuestros ojos al Padre del Cielo para orar por el eterno descanso de los fallecidos, por la pronta recuperación de los heridos, por los duros momentos que atraviesan las familias, por la debida atención a los damnificados y por la concienciación de todos para cuidar de la Casa común, a lo que insistentemente nos invita el papa Francisco.