14/09/2023
Las heridas de Cristo están en su cuerpo, las de María en su corazón
En el día en que la Iglesia celebra la exaltación de la Santa Cruz, Monseñor Francisco Piorno ha presidido la eucaristía del quinario de preparación de la coronación de la Virgen de la Soledad. Con él ya son cuatro los obispos y arzobispos que a lo largo de estos días han participado en estos actos religiosos que culminarán el sábado en la plaza de la Catedral. En esta ocasión, la misa estuvo acompañada en los cantos por la Coral Aures Cantibus.
Monseñor Francisco Piorno inició su homilía agradeciendo al obispo titular de la sede zamorana, Fernando Valera, y al presidente de la cofradía Jesús Nazareno Vulgo Congregación, José Ignacio Calvo, la invitación cursada a su persona para participar en este quinario. Centró D. Francisco su homilía en el mensaje de la cruz porque “la salvación nos viene por la cruz de Cristo, si no hubiera sido por su muerte no hubiéramos sido redimidos”, pero la pasión de Cristo, continuó el obispo emérito, tiene también su proyección en la pasión de su madre puesto que “allí donde Cristo ha padecido ha padecido la Virgen”. Cuando maría recoge el cuerpo de Cristo en la cruz, ella padece con Cristo.
Para Monseñor Piorno, María sabía que al asumir la maternidad divina tenía que aceptar también que una espada le iba a atravesar su corazón, por eso María acompaña a Jesús en todo su sufrimiento: cuando es detenido y traicionado por Judas en el huerto, cuando es llevado a los sumos sacerdotes, cuando es guiado al pretorio de Pilato y cuando es dejado en manos de los judíos. El prelado afirmó que “María ha contemplado a Jesús en todas las manifestaciones de su sufrimiento” y ella lo ha hecho en silencio, con dignidad.
“Las heridas de Cristo están en su cuerpo, las de María en su corazón”, fue la manera de D. Francisco de expresar que, como madre, contempló la pena de la cruz con un dolor inmenso. Su fortaleza fue la fe que le permitió “mantenerse en pie”. Quiso también el obispo imaginarse a María escuchando aquellas palabras dirigidas al ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, algo para María admirable porque a un condenado le estaba prometiendo el premio de la salvación.
Al final de su homilía, tuvo palabras entrañables para Ramón Álvarez, autor de la Virgen de la Soledad. Afirmó que este artista fue seguramente movido por el ES para tallar una imagen tan bella. En el rostro de la Virgen, Monseñor Piorno descubre un “monumento de sentimiento profundo y religioso”, una talla “que está en el corazón de todos los zamoranos” y que lo demuestran las riadas de personas que acuden a San Juan o que asisten a las procesiones.
Terminó el obispo emérito de Chimbote su homilía invitando a todos a acompañar a María en silencio respetuoso y a alegrarse “de ser una comunidad católica que ama entrañablemente a la Virgen María y que a lo largo de los siglos le ha sido fiel y le ha acompañado en este misterio de sufrimiento y soledad”.