23/10/2022
Medio millar de zamoranos en Santiago de Compostela con la Virgen de la Concha
Ir al enlaceA las 6:00 horas del domingo 23 de octubre, cientos de zamoranos se acercaron a la Plaza de La Marina para iniciar la peregrinación a Santiago de Compostela, acompañando a la imagen de nuestra Señora de San Antolín. Junto a los cinco autobuses que partieron de la capital, otro lo hacía desde Toro y uno más desde Villalpando. A estos se añadieron decenas de fieles que, bien en coche particular o en tren, se sumaron a la iniciativa que la Cofradía de la Concha y del Señor Santiago cumplen cada año santo compostelano: peregrinar hasta la ciudad del apóstol.
La relación entre la patrona de la ciudad de Zamora y el apóstol Santiago es centenaria. La tradición local, así como diversos documentos históricos, señalan el origen de la Cofradía de la Concha en el siglo XI, siendo la reina doña Urraca su fundadora en el año 1072, tras la finalización del Cerco de Zamora y como desagravio de la muerte de su hermano Sancho II. La vinculación con el apóstol Santiago parece que llegó en el siglo XV cuando se fusionó con otra Cofradía de Santiago, siendo en 1503 el año en que se consigue su definitiva aprobación episcopal. En sus estatutos, entre otras finalidades, aparece el compromiso de rendir culto a Nuestra Señora de San Antolín y al Apóstol Santiago.
Por todo lo anterior, medio millar de zamoranos, fieles a una devoción que supera los quinientos años de historia, acompañaron a la imagen de Nuestra Señora de San Antolín hasta Santiago de Compostela para vivir un día de oración y convivencia donde la lluvia adquirió un cierto protagonismo, pero que, a juicio de Ricardo Flecha, presidente de la Cofradía, no impidió la experiencia fraternal de los muchos zamoranos que acudieron a la cita.
Hasta Santiago se trasladó también el obispo de la diócesis, Fernando Valera, que concelebró en la catedral una misa a las 17:00 horas acompañada en los cantos por el Coro "La Mayor" de Toro. Abarrotada por cientos de zamoranos, después de la lectura del evangelio y antes de la homilía del obispo auxiliar de Santiago, en su invocación al apóstol Fernando Valera pidió l “ayuda para nuestra Diócesis y para todos los que la conformamos”. Tuvo también un especial recuerdo para todos los que sufrieron las consecuencias de los incendios del pasado verano.
Su alocución estuvo dirigida de una manera muy especial al cuidado de la interioridad de los asistentes, invitando a construir un nuevo hombre “en este tiempo de postpandemia, de guerra en el corazón de Europa, de incertidumbre y de dolor”. Pidió a los peregrinos que fuesen “hombres y mujeres de luz, de oración, llenos del Espíritu del Señor, de su misericordia. Personas reconciliadas, llenas de paz y de ternura. Es tiempo para mirar hacia dentro, hacia nuestro interior, es momento de ir a lo esencial”.
Continuó el obispo apelando al necesario cultivo de la interioridad desde los avatares de la propia vida, sintiéndose “templo interior en el que cada uno se recibe como amado de Dios” y responde con la entrega personal. Porque, añadió, “todos nuestros actos deben gritar que le pertenecemos y deben ser una imagen de la vida evangélica. Todo nuestro ser debe ser una predicación viva, un reflejo de Jesús, que brille como una imagen de Jesús”.
Terminó el prelado su intervención agradeciendo a la diócesis de Santiago su acogida y recibimiento. Cabe destacar que tanto el arzobispo, Julián Barrio, como el obispo auxiliar, Francisco José Prieto, tienen ascendencia zamorana. El primero es oriundo de Manganeses de la Polvorosa y el segundo es hijo de un zamorano que, por motivos laborales, tuvo que trasladar su residencia a Ourense. Allí nació y creció Monseñor Prieto, que también es sobrino del polifacético artista, ya fallecido, Luis Quico.