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¿Para quién soy?
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10/02/2025

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¿Para quién soy?

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La Iglesia Española ha celebrado este fin de semana en Madrid el Congreso Nacional de Vocaciones `Para quién soy´, en el que más de 3000 personas llegadas de distintos puntos de España se han dado cita en el Madrid Arena para hablar sobre las vocaciones. Desde la diócesis de Zamora acudieron 20 personas: matrimonios, jóvenes laicos y laicas, consagradas, sacerdotes y un diácono. Todos ellos acompañados por el vicario general, Antonio J. Martín; el vicario de Evangelización, Fco. Ortega Vicente; y el vicario de Misión Samaritana, César Salvador. La Conferencia Episcopal Española cierra, con este Congreso, su ciclo del Plan Pastoral que inició en 2021.

El Congreso, paso a paso

A las 16.00 h. del viernes 7 de febrero comienza la acogida de participantes, que llegan de las 70 diócesis españolas con la alegría de los bautizados, de ser peregrinos, de compartir, de vivir desde el comienzo, personal y comunitariamente, los retos que plantea este Congreso: que sea un encuentro que ayude a reconocer que el Señor sigue llamando a la vida, a la fe y a la misión.

La inauguración del Congreso, comienza con música, con la proyección del video-clip del himno del Congreso de Vocaciones, «Para quien soy yo», compuesto y cantado por Hakuna, en un acto amenizado por los periodistas Mª Angeles Fernández y Fran Otero, que invitan a una pequeña dinámica con algunas frases del himno del congreso, que interpelan al público:  “Lo que todo el mundo ansía — ¿Qué ansía tu corazón?» ; “¿Para quién soy?» – ¿Qué hago aquí?” — «¿Qué haces aquí? y la frase “Tu mirada da sentido a nuestra vida” con la pregunta ¿Cómo me mira Jesús?. Los congresistas escriben sus respuestas en unos folios que alzan con las manos. La música y las canciones acompañarán también las distintas partes y reflexiones del Congreso.

Seguidamente, comienza un momento de oración guiado por un grupo de la archidiócesis de Valencia. «Somos una Asamblea de los llamados. Nos hemos preparado. La cuestión vocacional es un gran reto para nuestra Iglesia, que abre una respuesta desde el discernimiento y el acompañamiento que ofrece la Iglesia. El Señor nos sigue llamando a la vida. La vida cristiana es vocación. Toda vida es vocación. Se vive como una llamada y se ofrece como una misión particular», reflexionan.

Saludos iniciales de bienvenida

Los saludos iniciales de acogida corren a cargo del arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo; el arzobispo de Braga, Mons. José Manuel García Cordeiro, responsable de Vocaciones y Jóvenes en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa(CCEE); el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, quien agradece la celebración del encuentro y transmite el mensaje que el papa Francisco envía a los participantes de este Congreso. Por último, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, da la bienvenida también, cerrando este acto de recibimiento, a todos los congregados.

Cardenal Cobo: «nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido»

El primero en hablar, el cardenal Cobo, acoge con su saludo a todos los participantes en Madrid, con unas palabras y un deseo compartido: que nos escuchemos unos a otros durante estos días. Afirma que «lo mejor que a alguien le puede ocurrir en la vida es poder conducir su libertad a su horizonte más amplio y eso solo se hace si es capaz de formular a las preguntas fundamentales. Nada es tan obvio que no merezca ser interrogado. Nuestro tiempo presenta una grieta peligrosa y es la falta de preguntas».

«Dedicamos -continúa el arzobispo de Madrid- mucho esfuerzo a nuestra personalidad on- line, pero la falta de preguntas nos hace volar muy bajo. Navegamos en la incertidumbre y nos da mucho miedo el futuro. Ante una pandemia como la que tuvimos olvidamos las preguntas y no hacemos nada ante el miedo».

Por ello, explica que si no nos dejamos sorprender por el Dios que nos llama por nuestro nombre, seremos seres deshumanizados. Pero si cultivamos la capacidad del asombro seremos capaces de ver a Dios. «Despertad es la llamada. Despertad de la dormidera para poder hacer en el corazón las preguntas fundamentales. Para percibirnos creados y amados desde siempre. La revelación es así. La historia de un coloquio amoroso entre Dios y el hombre. Debemos apostar por la cultura del encuentro: que incorpora al otro y a los otros. La revelación es la que da sentido a nuestra vida. Hay que sentarse a escuchar y estar juntos», constata.

El cardenal Cobo explica que el divorcio de la fe en el día a día es una grieta y limita nuestra capacidad de vivir la fe en todos los aspectos de la vida. Por ello, el reto que nos propone es: integrar la fe en la vida cotidiana y así puede cumplir cada persona su misión en el mundo. «Él no nos propuso solo un ideal, Él se encarna. Nos propuso un encuentro con Él, vino a nuestro lado. «Maestro, ¿dónde vives? esta es la pregunta. Venid y veréis, la respuesta», reflexiona.

También destaca que «nuestra vida tiene futuro, nuestra vida tiene sentido porque depende de la mirada Dios. Somos convocados, Dios llama en la Asamblea que es la Iglesia. Por ello, «estar juntos nos da alas, para vivir más arraigados, haciendo uso de nuestra libertad. Nos hace caminar y aprender juntos». Así, indica que «Dios nos saca de nuestras ideas que polarizan la convivencia, que no acepta a los otros». Por ello, como toda vocación es un don y una vida, «todas las vocaciones deben ser acompañadas. La vocación es una llamada, la llamada del Maestro para seguirle. Vivimos un momento de gracia para la Iglesia. El Espíritu santo nos empuja a descubrirnos como Pueblo de Dios. Todos somos discípulos de Cristo en misión. Vocación única que nos iguala a todos. En la comunidad todos nos sentiremos valorados. Pongámonos en camino y preguntémonos «¿Para quién soy?».

A continuación, toma la palabra el Responsable de Vocaciones y Jóvenes en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa(CCEE), Mons. José Manuel García Cordeiro, quien asegura en su saludo que «todos estamos llamados – todos somos una asamblea de llamados a la misión. De hecho, la Iglesia o es misionera o no existe. Salir, evangelizar y discipular son verbos activos para una Iglesia en misión peregrina de esperanza».

Mons. García Cordeiro da un «Sí» a la vocación misionera, sinodal y de comunión que tiene la Iglesia: «Sí, soñamos con una Iglesia en actitud permanente de oración, formación, renovación y misión; una Iglesia cada vez más atenta a todas las personas y a los signos de los tiempos. Sí, soñamos con una Iglesia que sienta, viva, comparta y se esfuerce por ayudar a resolver los innumerables problemas que afectan a las familias. Sí, soñamos con una Iglesia que se convierta en compañera de viaje de los jóvenes, atenta a sus sueños, deseos y dificultades, sabiendo que los jóvenes vienen a la Iglesia no para divertirse, sino para alimentarse desde dentro».

Ante todo ello, subraya el arzobispo, que más que saber responder a la pregunta fundamental: ¿Quién soy yo? «debemos responder con nuestra vida: ¿Para quién soy yo? ¿Para qué sirve la vida, sino para dar? ¿Qué puedo hacer por la Iglesia?».

Mensaje del papa Francisco al Congreso

Por su parte, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza, muestra su alegría por la organización de este Congreso vocacional y da lectura al Mensaje con el que el papa Francisco quiere unirse a la celebración de este Congreso de Vocaciones “agradeciendo a todos los que trabajan por las vocaciones en las amadas tierras de España”. El Santo Padre pone como ejemplo la situación que se vivió con la DANA “una situación que nos interpela profundamente, y que deja al vivo la idea de «para quién soy».

Eucaristía de clausura y de envío al Pueblo de Dios
«Que la alabanza llene de alegría nuestro corazón, hermanos» con estas palabras comenzaba Mons. Argüello la homilía. Una alabanza, que «nos permita levantar las manos, estrecharlas y ofrecerlas». 

«Jesucristo ha muerto por nosotros, según las Escrituras. Ha entrado en la hondura del sepulcro, según las Escrituras y ha resucitado, según las Escrituras. Y así se lo ha ido comunicando a unos y a otros, a Simón, a Cefas, a sus amigos, a Pablo, a quienes nosotros aquí somos presencia de los sucesores de los apóstoles».

El presidente de la CEE, se ha dirigido a los «hermanos laicos, Pueblo santo de Dios, que venís a la eucaristía a caer en la cuenta de que este pueblo tiene la forma de un cuerpo, el cuerpo de Cristo». A la vida consagrada, «que realizáis ensayos para que este pueblo peregrino pueda seguir una senda. Nos ofrecéis ensayos de alabanza, de fraternidad, de acoger a los que están tirados en las cunetas de la historia. Peregrinando vais delante, pero vais tantas veces en medio y detrás de nosotros». A los «queridos matrimonios, iglesia doméstica, que hacéis presente el amor singularísimo que Cristo tiene a su esposa, la iglesia, a nosotros, la Iglesia, esposa de Jesucristo».

Mons. Argüello ha invitado a acoger la invitación del Señor que nos dice, «Duc in altum», «rema mar adentro» para hacer su voluntad. Con tres referencias concretas:

  • Rema mar adentro para configurarte cada día más y mejor con Jesucristo, cuerpo entregado y sangre derramada.
  • «Duc in altum», entra en lo profundo de este misterio de comunión que es la iglesia. Navega en tu lugar concreto, en tu parroquia concreta, en tu comunidad, en tu asociación, en tu diócesis. Navega la comunión. Vete mar adentro en la hondura de la comunión, de este misterio de belleza, de comunión que es la Iglesia y rema adentro.
  • Vete a la espesura de la historia, atraviesa las dificultades, anuncia el reino de Dios en tu ambiente, en tu trabajo, que las diversas redes que cada uno de nosotros tenemos, según la vocación en la que hemos sido llamados, nos permita navegar más adentro en la espesura de la historia.

Por último, ha invitado a los asistentes a la eucaristía a ofrecer una antropología de comunión como referencia de la vida cristiana: «Viviremos una presencia en la que la comunión y el encuentro superará las polarizaciones. Viviremos una presencia en el que el curar las llagas de los pobres nos curará nuestras propias heridas como Iglesia, nuestros propios pecados de los que hemos de pedir perdón».

Y ha terminado la homilía con una petición y una invocación: «acordémonos de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde somos convocados.  Duc in altum, a lo alto, a los ancho, a lo hondo, para responder a la pregunta, ¿para quién soy yo? Ya sabemos la respuesta Para el Señor en los hermanos. Bendito y alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha convocado en esta liturgia de alabanza».

 

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