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Pregón de Navidad. Monseñor Valera
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17/12/2022

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Pregón de Navidad. Monseñor Valera

Autoridades civiles, señor presidente y Agrupación Belenista La Morana, señoras y señores.

Es un regalo para mí como Obispo de Zamora estar con vosotros esta tarde para este Pregón de Navidad. Nuestra ciudad se llena de luz para recibir al Salvador.

El Ángel les dijo: “No temáis, os anuncio una buena noticia… encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 10. 12).

 Os invito a contemplar junto al Pesebre el misterio. Hazlo pegado al latido de amor que allí hay. El misterio de la Navidad es el misterio de Dios que viene al mundo por el camino de la humildad.

Es un MISTERIO DE LA SENCILLEZ, DEL OCULTAMIENTO DE DIOS. Hemos de impregnarnos de Jesús. Nuestra santificación depende de Belén, luego de Nazaret, ya que la misma, no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino hacer de lo ordinario, lo extraordinario.

Entra en el silencio de Dios y permanece en su honda intimidad, para que el “Espíritu te enseñe todo”. Los Evangelios nos hablan de un entorno pobre, sobrio, inapropiado para acoger a una mujer que va a dar a luz. Pero la humildad ha sido la puerta de entrada al misterio de luz: Jesús te alcanza en su pequeñez, en su fragilidad. Ahí encontramos que el fin del hombre es acoger a Dios en la vida, a uno mismo y a los demás en Él.

El telos (fin) de la vida cristiana es la revelación de que, a través de la encarnación de Cristo, nuestra unión con Dios se ha hecho tan completa que realmente compartimos la naturaleza de Dios. Cuando contemplamos un belén, se nos manifiesta que lo humano y lo divino se unen en un misterio de amor. Contemplemos los misterios del belén no como turistas, sino como peregrinos. Y ahí, descubriremos que somos transformados espiritualmente. Hay una relación más íntima con el Cristo interior. Después de todo, los Evangelios no fueron escritos para que supiéramos de Jesús, sino para que conociéramos a aquel que continúa encarnado en nosotros. Somos deificados. El Nacimiento expuesto en el templo de la Encarnación, recorre los misterios de la infancia. Hagamos una lectura profunda, adentrémonos en la belleza y la verdad de cada misterio de la infancia de Jesús.

Hay algunos rasgos en los personajes del Belén que subrayan el misterio de Dios hecho niño y que el Papa Francisco destaca en un documento reciente sobre el Nacimiento:

  • En primer lugar, la vulnerabilidad: “El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen” del niño: Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma”. En Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor,que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos”.
  • Fijemos en segundo lugar la mirada en María: “Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado”. María como “una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo”.

“María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica”.

  • En tercer lugar, contemplemos al soñador José: “Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara”. “Juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia”. Además, pone en valor cómo fue “el primer educador de Jesús niño y adolescente”. “Llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica”.
  • En otro orden, miremos El Portal del Belén: “Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los marginados: (se trata de) la revolución del amor, la revolución de la ternura”, “desde el belén, Jesús proclama, con manso poder, la llamada a compartir con los últimos el camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni marginado”.
  •  Aparecen también Los Reyes Magos: “Hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén”. Sus regalos tienen un significado alegórico: “El oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura”. Estos regalos muestran la verdad de este niño.

Melchor, Gaspar y Baltasar “enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”. “No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes”.

  • Todo ocurre en La noche y sus estrellas: “Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas”. “Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia:¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré?”.
  • Por ende, El palacio de Herodes, “está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de alegría”, incapaz de abrirse a la transcendencia.
  • Como síntesis, están Los pastores, sin privilegios ante el mundo y con los pobres: “Son los más humildes y los más pobresquienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación”, están en contraposición a “tanta gente que pretende hacer otras mil cosas”. “Se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece”, subraya. “Este encuentro entre Dios y sus hijos, gracias a Jesús, es el que da vida precisamente a nuestra religión y constituye su singular belleza, y resplandece de una manera particular en el pesebre”.
  • Los Ángeles suponen la Aceptación de todo lo humano, “son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en caminopara llegar a la gruta y adorar al Señor”, ahí estás tú con tus búsquedas, tus esperanzas.

Estos personajes son signo de “la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando Jesús comparte con nosotros su vida divina”.

Ahí está el rostro de la Esperanza. Dios todo lo puede perdonar, redimir y sanar. Tú eres rostro de esperanza.

¡Dios es capaz de lo imposible!

María dice siempre “SI”, mira y guarda en el corazón. Cuando estamos ante un Belén con talante contemplativo: Dios se da a conocer. Y es que el seguimiento no pasa por entender, sino por la confianza: no entendieron, pero le siguen. No le siguen porque lo entiendan, sino porque confían. Los discípulos no serán luego capaces de dejarlo. María y José tampoco.

La humildad de Belén es la capacidad de saber habitar sin desesperación, con realismo, alegría y esperanza, nuestra humanidad; esta humanidad amada y bendecida por el Señor. La humildad es comprender que no tenemos que avergonzarnos de nuestra fragilidad. Jesús nos enseña a mirar nuestra miseria con el mismo amor y ternura con el que se mira a un niño pequeño, frágil, necesitado de todo.

Déjate conmover por la ternura de un Dios vulnerable en la humanidad de Jesús.

En nuestra cultura lo que importa es la acción, la eficacia. Pero lo importante no es eficaz. Y hoy se nos pide que contemplemos la vulgaridad de la vida. Las cosas ordinarias son más importantes que las extraordinarias. Todo el Evangelio está en Belén.

María y José son los dóciles al Evangelio. Y ejemplo también para la humanidad de Jesucristo.

Aceptar la no-eficacia de la vida, tan difícil de tragar para nuestra cultura.

Déjate asombrar por la luz de la inocencia y el amor.

Adora el misterio en el silencio de la noche y conviértete en sembrador humilde del amor.

Jesús nace entre nosotros, en este es el pesebre de Jesús.

Adora, confía, ama.

Jesús, toma tu fragilidad y debilidad y te hace existencia ofrecida, entregada.

Nos invita el Papa a la participación, a la misión y a la comunión, son características de una Iglesia humilde, que se pone a la escucha del Espíritu y coloca su centro fuera de sí misma. Dejémonos envolver por la humildad, por la humildad de la Navidad, por la humildad del pesebre, de la pobreza y la esencialidad con la que el Hijo de Dios entró en el mundo. Nos postramos ante el Niño Dios, con un gesto de adoración, un gesto de humildad. Como los Reyes magos que se ponen a la altura de Dios postrándose rostro en tierra.

Que cada momento de nuestra vida sea un tiempo de gracia y docilidad a su Espíritu.

Que seamos sensibles a su presencia.

Permítenos entrar junto a los pobres y humildes en este mundo para hacer de él una “nueva creación”, una tierra nueva, y un cielo nuevo donde habite la justicia.

Que esta Navidad sea nueva para todos, gracias especialmente a la “Agrupación Belenista La Morana” que cada año nos invita a fijar de nuevo la mirada en el Pesebre.

FELIZ y santa NAVIDAD.

                                               +Fernando Valera Sánchez

                                               Obispo de Zamora

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