12/09/2023
Quien conoce esta tierra sabe que la Soledad y Zamora son inseparables
Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón, ha sido el segundo prelado en presidir la eucaristía celebrada en el quinario de preparación a la coronación de la Virgen de la Soledad. La celebración fue acompañada en los cantos por el coro de la parroquia de San Juan.
El que fuera obispo de Zamora de 2001 a 2006, empezó su homilía agradeciendo a todos los organizadores y participantes su presencia, pero de manera especial al obispo de la sede zamorana por su interés personal en que estuviera hoy en el que fue su primer destino episcopal.
“Quien conoce esta tierra sabe que la Soledad y Zamora son inseparables” fueron sus primeras palabras. Habló D. Casimiro desde el corazón porque aquí, en Zamora, se entregó en cuerpo y alma como pastor y conoció de primera mano el sentimiento profundo de los zamoranos hacia la Virgen de la Soledad. Todos los zamoranos, continuó su predicación, la sienten “como esa madre atenta y solícita que escucha alegrías y penas, súplicas y agradecimientos de tantos y tantos que pasan a saludarla por San Juan” donde pueden contemplar en su rostro el amor de Dios.
Dirigiéndose a los hermanos de la Cofradía, pero también a todos los zamoranos, Monseñor López Llorente afirmó que “con la coronación le demostráis que la reconocéis como reina porque ella es la madre del Rey, Cristo Jesús, cuyo reino no tendrá fin. Ella participa ya de la gloria eterna para siempre, está junto al Padre en cuerpo y alma, y por eso es motivo de consuelo y esperanza para los que peregrinamos por esta tierra”.
La grandeza de María para D. Casimiro es la grandeza de Dios que se ha mostrado en ella, “en la Virgen el Dios del cielo ha hecho maravillas”, ofreciendo a su Hijo muerto y resucitado “para que todo el que crea en él tenga vida en plenitud”. Indicó también Monseñor López Llorente que al proclamarla reina “es para que también reine en nuestro corazón y que vayamos a su encuentro para descubrir a Cristo da vida y aliento en las dificultades.
Al ser la primera discípula, afirmó el obispo de Segorbe-Castellón, nos muestra el camino para el encuentro con el Señor, que pasa por cuatro verbos: escuchar, creer, acoger y salir. En estos verbos, quiso resumir el evangelio de hoy, porque María
- Escuchó al ángel de Dios, que le transmite que ella es la elegida para ser la madre del altísimo, que ha concebido un hijo para ofrecerlo por la salvación del mundo.
- Creyó en Dios y cree a Dios. Creer es fiarse de Dios, sabiendo que él quiere siempre lo mejor.
- Acogió la voluntad de Dios en su vida. No era fácil asumir el mensaje del ángel, pero desde la humildad y la confianza acogió la llamada de Dios y dijo “adelante, he aquí la esclava del Señor, hágase según tu palabra”.
- Salió, se levantó y se puso en camino hacia la montaña para ayudar a su prima Isabel para ayudar a su prima que, en la vejez, iba a dar a luz a un hijo. No solo fue a ayudar a su prima sino a llevar al mismo Dios.
Para finalizar, Monseñor López, pidió a María vida y vida en plenitud para todos, que abriese el corazón de los creyentes para atender las circunstancias difíciles de su entorno, para fortalecer la fe, para acoger la voluntad de Dios y para hacernos misioneros llevando a Cristo al mundo en el que nos encontramos.
El segundo ejercicio del quinario lo rezó Alba Ferreras, secretaria de la Cofradía Jesús Nazareno Vulgo Congregación. También el delegado episcopal de la coronación, Juan José Carbajo, rezó ante la virgen y dio paso a la tuna que ofreció su particular homenaje cantado a la virgen de la Soledad, terminando con un "¡viva la Virgen de la Soeldad, viva nuestra madrina!"
El himno “Soledad. Madre del amor crucificado”, interpretado por el Coro de San Juan, cerró una emotiva celebración que continuará mañana, a las 20:00 horas en la S.I. Catedral, con la presidencia de la eucaristía de D. Julián López, obispo emérito de León.