El Rito Hispano-Mozárabe en Zamora
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El Jubileo extraordinario de Zamora

30/04/2021

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El Rito Hispano-Mozárabe en Zamora

En el contexto de la celebración del jubileo diocesano Raíces con esperanza el obispo diocesano ha decidido que se celebre de forma frecuente la misa en rito hispano mozárabe en Zamora.

Esta iniciativa lanzada por D. Fernando se concreta en cuatro propuestas: la primera y esencial la celebración de la misa los últimos viernes de mes a las 8 de la tarde en la Iglesia de San Cipriano; para ello una segunda propuesta es una sesión formativa mensual para sacerdotes y fieles; en tercer lugar y para cuidar estas dos una comisión de laicos y sacerdotes que animen y organicen; por último la posibilidad de otras celebraciones en parroquias, conventos, etc.

El rito hispano mozárabe en Zamora se ha venido celebrando desde el año 2000 en algunas fiestas principales de su calendario y del santoral que tiene que ver con nuestra diócesis: las fiestas de Santa María, San Ildefonso o San Cipriano. Ahora parece conveniente ampliar el horizonte de esta tradición espiritual nacida en los primeros siglos en nuestras tierras y que algunos de sus elementos han llegado hasta nosotros sobre todo en torno a la religiosidad popular.

Desde la primera evangelización en tierras de la hispania romana, los cristianos comenzaron a reunirse para orar en la mañana y al caer el sol. Celebraban la eucaristía y oraban a pesar de las persecuciones desatadas contra ellos por el Imperio y por una sociedad hostil al evangelio y a sus consecuencias religiosas, culturales, sociales y políticas. En este contexto comienza a desarrollarse una serie de costumbres en la oración y celebración de la eucaristía con la que nacerá este rito.

Con el cese de las persecuciones, la caída del Imperio Romano y el desarrollo de la sociedad visigótica de cuño cristiano comienza a organizarse el monacato hispano, las diócesis y la liturgia sigue su desarrollo con nuevos textos, cantos y usos. Nuestra diócesis conserva una joya arquitectónica de esta época: San Pedro de la Nave. La invasión árabe trajo consigo de nuevo la hostilidad y persecución contra los cristianos de estas tierras que se tradujo en el martirio, el destierro, la conversión al Islam o el pago de un pesado tributo por continuar celebrando la fe cristiana.

En pleno proceso de reconquista, en el año 1080, en rey Alfonso VI decidió adoptar el rito de la Iglesia de Roma que ya había sustituido en otros lugares de España y Europa a los ritos locales de las iglesias. No obstante, los cristianos que vivían en territorios dominados por el Islam, algunos de ellos ya con costumbres y lengua árabe, continuaron sus bellas y suntuosas celebraciones. Un cronista árabe cuenta cómo un alto cargo musulmán tuvo que acudir a una celebración cristiana en Córdoba y quedó asombrado: Se detuvo fascinado a pesar suyo, ante la vista de la majestad y del gozo sagrado que irradiaba del recinto; la devoción y a la vez el gozo solemnes con que se celebraba y el fervor del pueblo cristiano.

En el Jubileo diocesano  en que estamos llamados a mirar el legado espiritual de nuestra tierra para afrontar con esperanza el futuro incierto de la despoblación, la era post-Covid o la vida cristiana en una sociedad hostil a los valores evangélicos, se nos propone también esta forma antigua, pero postconciliar de celebrar la fe.

Sus textos miran a los mártires y su firmeza en la fe ante la persecución; sus oraciones son auténticos tratados catequéticos y espirituales. Sus tradiciones y devociones han llegado hasta hoy: San Cipriano, San Torcuato o San Antolín son venerados en la liturgia hispana; la historia de la Virgen de la Concha se remonta a la época mozárabe; muchas devociones populares en torno a mártires en nuestros pueblos y ciudades nacieron en esta época; la misma devoción y celebraciones marianas durante el adviento tienen cuño hispano.

Santiago Martín, sacerdote diocesano

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