12/10/2014
Conversión pastoral y misionera
SÍNTESIS DEL OBJETIVO PASTORAL DIOCESANO PARA EL CURSO 2014/15
La Diócesis de Zamora cuenta, como cada nuevo curso pastoral, con un documento que sirve como marco y orientación para todas las acciones de los fieles, consagrados y sacerdotes. Presentamos aquí lo más destacado.
Zamora, 12/10/14. El objetivo pastoral diocesano para este nuevo curso pastoral tiene como título “Conversión pastoral y misionera en la vida de la Diócesis”, y está pensado en continuidad con el del año 2013/14, “Renovar nuestra vida y nuestras comunidades cristianas”. En el fondo está la llamada del papa Francisco a ponernos en camino en esta conversión, tarea de toda la Iglesia.
1. Una inaplazable renovación eclesial
El Papa llama a la renovación misionera y, para que se dé entre nosotros, es necesaria una espiritualidad misionera que vaya más allá de una búsqueda de espacios personales de autonomía, más allá de confundir la oración con un simple “bienestar interior”, más allá de un complejo de inferioridad ante la sociedad, más allá de un desencanto ante la falta de fecundidad de nuestra vida…
Se nos invita a rencontrar nuestra identidad más profunda en la entrega a los demás, a descubrir la riqueza del don que hemos recibido con la fe y la vida cristiana para ofrecer con alegría ese mismo don a nuestro mundo, a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a aquellos con los que convivimos.
Para ser “sal y luz” es necesario asumir la diferencia específica, lo que Dios nos ha regalado para que sea nuestra aportación, nuestro enriquecimiento concreto en la sociedad de la que formamos parte.
Y?esa espiritualidad misionera se alimenta desde la esperanza. Se nos invita a tener una mirada creyente capaz de reconocer la luz, los brotes de la gracia, la acción del Espíritu, los signos de la sed de Dios presentes en nuestro mundo.
Las dificultades del camino han de descubrirse, desde la perspectiva de la fe, creyendo en la presencia y la acción del Espíritu Santo en nuestro mundo, como oportunidades, como espacios y tiempos que nos invitan a una renovada presencia, a la alegre oferta de la esperanza que nace de la fe.
2. Pastoral en conversión
Dice el Papa que no pueden quedar las cosas como están. Para avanzar por este camino de conversión es necesario estar firmemente enraizados en Cristo y, desde ahí, abiertos a los hermanos. Se nos invita a superar el individualismo, también en lo espiritual, en los caminos para encontrar a Dios, en la forma de hacer pastoral.
Se nos invita a no cansarnos nunca de optar por la fraternidad. Es tentación para la vida cristiana particular: yo me entiendo con Dios, y es tentación para la vida pastoral: yo me organizo en mi parroquia, en mi movimiento, en mi grupo concreto. En Cristo se inauguran unas nuevas relaciones de fraternidad que tienen la vocación de cambiar el mundo, también de renovar la Iglesia.
Además, desde las nuevas relaciones establecidas en Cristo, desde la fraternidad, será posible encontrar una nueva vitalidad, porque a veces aparecemos cansados, insatisfechos, no encajados en nuestra propia vida de evangelizadores.
Es una fuerte invitación al realismo pastoral. Hacer solamente todo lo que podemos, entrando hasta el fondo en lo que significa la misión, entregándonos sin reservas, pero, exactamente eso, lo que podemos. No debemos soñar imposibles, ni dejarnos paralizar.
3. Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar
La conversión ha de concretarse en actitudes que moldeen al evangelizador. Ésa es la más profunda renovación, la que invita a la conversión personal del llamado a ser testigo del Señor. Francisco nos propone cinco verbos fundamentales. “Primerear” es tomar la iniciativa en la salida hacia los que están lejos, hacia los excluidos.
“Involucrarse”?supone meterse en la vida de los demás, tocar la carne sufriente de Cristo en las personas. “Acompañar”, porque es necesaria la espera, el aguante, la paciencia al lado de la gente. “Fructificar” es una exigencia, porque Jesús quiere que su Iglesia sea fecunda. “Festejar”:?el anuncio alegre del Evangelio se hace belleza en la liturgia, fuente de todo impulso de amor.
Estas cinco actitudes que nos propone el Papa serán posibles si buscamos la gloria de Dios en lugar del bienestar personal, si superamos la mundanidad. Nuestra historia de Iglesia es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa.
Se nos invita a no centrarnos en nosotros mismos, ya sea personalmente, ya sea en nuestra propia parroquia o movimiento. A que el Evangelio sea el centro de la vida de la Iglesia y eso significa que vuelva a ser el anuncio gozoso de la Buena Noticia para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en sus realidades concretas, lo que significa la presencia de la Iglesia en esas realidades, las relaciones salvíficas que permitan ese anuncio, la salida al encuentro del otro para ofrecerles el tesoro que hemos encontrado: a Cristo nuestro Señor, no otra cosa.
El camino más realista para construir estas propuestas de renovación que nos hace el Papa pasa por crecer en comunión, en el amor fraterno. Tomar conciencia de pertenecer a la gran familia de Dios, a la Iglesia, en su rica diversidad. A alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos, a sentirnos navegando en la misma barca, y, por tanto, nunca solos. Éste es el testimonio que el mundo espera, el que el mundo necesita: ¡Mirad cómo se aman! De esa forma podrán creer que el Señor Resucitado sigue vivo, en medio de nosotros.