10/05/2014
El obispo, a los sacerdotes jubilares: “gracias al Señor por vuestra vida entregada”
La Diócesis de Zamora ha celebrado esta mañana, en el día de la festividad de San Juan de Ávila, su Jornada Sacerdotal, con la eucaristía presidida por el obispo, una conferencia titulada “Reflexiones extranjeras sobre el ministerio” y una comida donde se ha homenajeado a los 14 sacerdotes que celebran sus aniversarios de ordenación.
Zamora, 11/05/14. La jornada de esta mañana ha servido para conmemorar la memoria litúrgica de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, y momento en el que la diócesis de Zamora ha celebrado su Jornada Sacerdotal.
Un momento de encuentro festivo del clero que ha incluido la celebración de las bodas de platino (60 años de ministerio) de Bonifacio Fernández Pérez (El Piñero, 1929), Antonio Hernández Vaquero (Perilla de Castro, 1929), y Nemesio Mangas Aparicio (Fuentesaúco, 1928).
Otros 10 sacerdotes han celebrado sus bodas de oro: Francisco Formariz Domínguez (Bermillo de Sayago, 1925), José Ferrero Gutiérrez (Litos, 1940), Pedro Luelmo Martín (Moraleja del Vino, 1939), Lorenzo Aparicio del Barrio (San Cebrián de Castro, 1939), Manuel Carrascal Pérez (El Perdigón, 1939), Francisco Díez García (Tábara, 1941), Santiago Pallarés Enríquez (San Agustín del Pozo, 1940), Joaquín Redondo Alonso (Zamora, 1940), Marcelino Gutiérrez Pascual (Vezdemarbán, 1941) y Carlos Prieto Bragado (Torres del Carrizal, 1941).
Las bodas de plata (25 años) las ha celebrado el presbítero Bernardo Medina Garduño (Toro, 1961).
Los actos comenzaron a las 11 horas, con la eucaristía presidida por el obispo, Gregorio Martínez Sacristán, en la iglesia de San Andrés, concelebrada por gran parte de los sacerdotes de la Diócesis. Fue el momento central de la jornada, y contó con la presencia de familiares, amigos, antiguos feligreses de los curas jubilares y un grupo de jóvenes del Seminario Mayor y Menor. Además, el seminarista mayor Agustín Crespo, natural de Villalube, ha realizado el rito de admisión a las órdenes sagradas.
El objetivo: seguir a Jesús
En su homilía, el obispo llamó a “celebrar con gozo los muchos años de dedicación al ministerio apostólico de este grupo de hermanos nuestros que han dejado su vida en esta tierra”. Comentando las lecturas, afirmó que los primeros cristianos “eran fieles al principio, la Iglesia se construía con fidelidad y la fuerza del Espíritu Santo”. Por eso, dijo, “nada de cuestiones raras que nos despisten de nuestra verdadera misión”.
La misión de los cristianos, y especialmente de los sacerdotes, “está reflejada en Jesucristo, haciendo lo que él hizo, viviendo como él vivió. Nosotros, los ministros suyos, con la fuerza del Espíritu y la fidelidad realizamos la misión”. De esta manera, “los hombres se beneficiarán siendo curados, los corazones desgarrados son curados con nuestra presencia, nuestra palabra. Estas cosas que parecen pequeñas y rutinarias son las importantes. A veces se nos mete en la cabeza que no hacemos nada, lo que tenemos que hacer es seguir a Jesús, si lo hacemos, ¿os parece poco?”.
Continuó diciendo: “si estamos dedicados en cuerpo y alma a nuestro pueblo, si sabemos convivir con nuestra gente, si estamos en medio del pueblo… ¿qué más podemos hacer?”. Las dificultades en el ministerio sacerdotal a veces vienen “porque no nos dejamos guiar por el Espíritu, sino por la carne”.
Nuestro corazón se puso en ti
En ocasiones, en el interior de los presbíteros “se nos juntan problemas que no son, visiones que no corresponden a la de un elegido… tenemos a veces –como les ocurrió a los discípulos– ganas de decir que ‘esto es muy duro y no podemos seguirte’, y el Señor se acerca a nosotros y nos coge la mano y nos dice: ‘¿tú también te quieres marchar? ¿No veis a vuestro alrededor los pocos que sois, no veis que otros se han ido porque la vida se les ha acabado? ¿Vosotros también queréis marcharos?’. Contestaremos como Pedro: ‘Señor, ¿a quién iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna, nuestro corazón se puso en ti, algunos desde hace muchos años’”.
Monseñor Martínez Sacristán añadió: “el Señor quiere que en este día demos gracias de todo corazón por la vida de estos hermanos que cumplen 60, 50 y 25 años de ministerio. Es mucho para los tiempos que corren, pero necesario para tiempos de no compromiso, no permanencia y no fidelidad”.
Refiriéndose a los sacerdotes jubilares, afirmó que “estos hombres presentan su vida como respuesta fiel a alguien a quienes se entregaron. Nosotros, todos los demás, damos gracias al Señor porque estuvo grande con vosotros, porque os dio lo mejor y porque, mal o bien, fuisteis fieles; por eso recibiréis hoy la recompensa a todos vuestros trabajos. Seguid siendo para nosotros ejemplo, referencia”.
“Gracias, queridos hermanos sacerdotes, que a pesar de los años, la falta de salud, a pesar de que tenéis derecho a tener un descanso merecido seguís estando en la brecha del surco en esta tierra”, dijo el obispo, que se mostró “agradecido y admirado cuando se ve el celo que esos sacerdotes mayores están como si tuvieran 30 años. Ojalá todos los que somos más jóvenes tuviéramos parte de ese celo. Yo os digo que estoy agradecido y hoy elevo súplicas al Señor por vosotros y vuestra vida entregada al servicio de este pueblo”.
Admisión a órdenes
Después de dirigirse a los sacerdotes mayores, se fijó en “la petición de órdenes de un muchacho conocido desde hace tiempo, Agustín”. Y dirigiéndose a él, le dijo: “es un gozo espiritual verte ahí dispuesto a pedir a la Iglesia este ministerio tan grande para nosotros. Esperemos que lo que empieza en ti no se acabe”.
En el contexto más apropiado (la iglesia del Seminario), afirmó que “tenemos que estar satisfechos por este rebrote, y este repunte llegará a verse algún día, otros lo verán. Será una dicha tener algunos sacerdotes en esta Diócesis para que puedan hacer el servicio de la Iglesia. Yo os pido a los sacerdotes que os ocupéis del Seminario, es tarea de todo el presbiterio. Cogedlo con ánimo y gozo”.