30/01/2014
María Teresa Compte: “en el amor nos jugamos la radicalidad de nuestra fe”
La segunda ponencia de las XII Jornadas Diocesanas de Zamora ha estado a cargo de María Teresa Compte, directora del Máster de Doctrina Social de la Iglesia de la UPSA, que ha mostrado cómo el centro de la acción de la Iglesia ha de ser amar al mundo como lo ama a Dios, teniendo en cuenta a los que menos tienen.
Zamora, 30/01/14. Esta tarde ha tenido lugar la segunda conferencia de las XII Jornadas Diocesanas. Después de que ayer las abriera el obispo con una ponencia sobre la transmisión de la fe, el turno hoy ha sido de María Teresa Compte Grau, que fue presentada por Eustaquio Martínez, vicario episcopal de Asuntos Económicos y Sociales.
María Teresa Compte Grau, profesora de Moral Social en la Universidad Pontificia de Salamanca (en su campus de Madrid), es la directora del Máster de Doctrina Social de la Iglesia de este centro académico, y colabora habitualmente con la programación sociorreligiosa de la Cadena COPE. Su ponencia llevaba por título “Criterios para la reconstrucción de la sociedad desde la justicia y el amor”.
La profesora inició su intervención con una cita de San Juan de Ávila sobre el amor de Dios, y de ahí pasó a la primera encíclica de Benedicto XVI, Deus caritas est, señalando algunas pistas para la renovación de la vida cristiana, basadas precisamente en la gratuidad del amor de Dios con sus criaturas. “Porque hemos conocido ese amor, hemos creído”, y así “el amor deja de ser para nosotros un mandamiento para ser una respuesta al amor de Dios que sale a nuestro encuentro”.
El rechazo del amor de Dios
En el libro El drama del humanismo ateo, el teólogo Henri de Lubac subrayaba cómo saberse creado por Dios hace que el hombre pueda vivir con alegría, porque descubre la grandeza de ser creado. Según la ponente, en 2005, cuando el Papa publicó una encíclica al amor de Dios, fue tomado en vano. “¿Qué veía Benedicto XVI en la Iglesia para poner el amor en el centro de la nueva evangelización?”, se preguntó.
“El hombre ha dejado de conmoverse, decía De Lubac. ¿Qué le pasa al mundo, que detesta este amor de Dios al hombre? En las formas actuales de increencia hay algo nuevo: el hombre de hoy cree necesario eliminar a Dios para recuperar su libertad, desvinculándose de su relación con él. No se trata de que Dios no sea necesario, sino que se confronta la dignidad del hombre con la muerte de Dios”, afirmó Compte Grau.
Y así, dijo también que “el mayor problema de nuestro mundo no es la Iglesia, no somos nosotros, sino Dios. No digo que los creyentes no estemos necesitados de una reforma seria y responsable, pero lo central es la cuestión de Dios”. El humanismo hoy “se sostiene en una visión antropocéntrica y prometeica absolutamente distinta a la mirada del hombre al Creador”.
En la Biblia leemos que “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Esto es el fundamento teológico último en el que sostiene el sistema moral de referencia de la Iglesia. Esta verdad, que para nosotros es sublime, es un objeto de burla para nuestro mundo, que se ríe, desprecia y persigue al cristianismo porque se ríe, desprecia y persigue a Dios”.
Importancia de la Doctrina Social de la Iglesia
Por eso la Iglesia, según los últimos pontífices, “ha de usar un lenguaje idóneo para predicar el nombre de Dios, y ese lenguaje es el de la Doctrina Social de la Iglesia”. Así, “vivimos en un mundo fascinado por los medios, con una nueva manera de entender al hombre, que es el asiento de una cultura en la que el hombre cree no poder ser hombre más que si Dios no es Dios”.
A esto respondió ya Pablo VI llamando humanismo integral al que cuenta con Dios: “el humanismo exclusivo es un humanismo inhumano. Por eso sólo hay un humanismo verdadero: el que se abre a lo absoluto”. También Juan Pablo II habló de esto en su encíclica Redemptor hominis. “No podemos mirar al hombre si no miramos a Dios”, resumió la ponente.
“Benedicto XVI ha hecho del amor de Dios el eje central de la nueva evangelización”, afirmó. “¿Hay mejor prueba que merezca nuestra confianza? Dios nos ama de manera radical de forma que ni Dios ni el hombre dejemos de ser lo que somos. El vínculo del amor nos compromete, pero no nos hace menos libres. Dios se ha comprometido por nosotros, pero su opción radical por cada uno no le lleva a poseernos, sino a perdonarnos, en una relación creativa”.
Caridad y justicia, unidas
“Por eso el papa Francisco nos puede decir que la Iglesia tiene que ser pobre y humilde, porque así se comporta Dios”, y de esta forma los cristianos “entendemos amar al hombre como caridad y no como filantropía”. Y María Teresa Compte añadió: “hablamos de un amor encarnado en cuya difusión nos jugamos la radicalidad de nuestra fe. El amor es la fuerza creadora que hace posible la entrega incondicional, y exige la justicia, porque hace que nos empeñemos por darle al hombre lo que le corresponde justamente por ser hombre. Quien ama a los demás con caridad es justo con ellos. La justicia es inseparable de la caridad”.
Y “éste es el corazón de la fe cristiana”, afirmó. “Dios es un amante con toda la pasión de un verdadero amor. Y lo definitivo en la evangelización de lo social es el amor, que la Iglesia tiene que poner en el centro de la cuestión social”. De esta manera hay que poner a Dios en el centro de las cuestiones sociales, y esto es precisamente la evangelización. “No hay dicotomía entre la evangelización y la promoción humana, porque ambas nos hablan del compromiso de Dios para con el hombre”.
“El amor de Dios es gratuito, pero no frívolo, y por eso hablamos del deber de dar amor. ¿Hay algo más radical que el criterio práctico del amor? Aquí se sostiene la operatividad práctica de la fe cristiana, que nace de un encuentro amoroso”, dijo la ponente. “Esto nos lleva a vivir con un mayor compromiso en el mundo en el que vivimos”.
Opción prioritaria por los pobres
“La misión de la Iglesia en el mundo no es justificar las estructuras establecidas”, afirmó, porque “la radicalidad evangélica lleva a la primacía de la caridad en la Iglesia y en el mundo, lo que se traduce en la prioridad de los pobres y su defensa”. Es lo que se refleja claramente en la reciente exhortación del papa Francisco Evangelii gaudium, algunos de cuyos aspectos recordó la ponente. El pontífice en este documento llama a “recrear lugares donde se viva la fe en Cristo muerto y resucitado para orientar al bien y a la belleza nuestras elecciones”.